En medio de mi sufrimiento me hallé.. era yo, estaba frente al espejo de mi tocador, sentada cepillaba mi cabello como quien se distrae en el correr del tiempo.

      No había otra oportunidad para mi, ninguna y de existir no sería correcta, entonces miré los ojos de aquel reflejo y en su interior no vi consuelo, aquellos ojos empañados de dolor, hacían caer la lluvia insaciable de tormentos y depresión.

      ¿Quién es esa? ..me preguntó el reflejo, y con media palabra articulada, mi garganta se separó después de no haberlo hecho en todo ese largo tiempo para decir que era yo, la que se encontraba del otro lado, triste y decepcionada de la vida.

      ¿Qué harás ahora? ..la pregunta resonó en mi cabeza e hizo romper el corazón una triza mas a todas las demás ya cortadas partes de él; ¿Qué harás si ya no tienen fuerzas para vivir un día más?, ¿Si la razón de la sonrisa se quedó entre la tierra?, ¿Qué harás si esos ojos no vuelven a abrirse jamás, que harás?

      Comenzaré un ritual para llamarle esta noche a mi lecho..

      Coloco las velas, prendo el incienso, apago las luces y en medio del dibujo me coloco, lanzo mis plegarias a la muerte, para que me permita besar sus labios y tocar su cuerpo, imploro la presencia de mi ser amado, ese que una noche de lluvia murió en mis brazos y con él mi corazón se llevó, a ese que mi vida iluminó constantemente con su luz, a ese en el que mi cordura perdía bajo la inmensidad de sus ojos, a ese mi amado del que desprendí mi mano para que partiera al otro lado, a ese hombre que llenó mi ser con caricias y besos, a ese mi amado del que aún sigo enamorada y que cada noche despierto con la esperanza de encontrarlo junto a mí, dormido, sólo dormido, sé que sólo duerme y espera el sonido de mi voz...

      - “Escuchadme ángel  y dejadme tocar sus labios, mi Señor escuchadme, quiero tenerle cerca una vez más, sólo una vez más, miradme y escuchadme, socorrer mi tormento y dejadme verle, si verle, sólo verle y ¡ya!”...

¿Nada?
      ...mi sufrimiento aumenta, pues los seres del más allá no intervienen a mi dolor, perdiendo de nuevo la esperanza, tomo mi abrigo y me encamino hacia la calle. Las lágrimas caen por si solas sobre mis mejillas, no puedo evitar saber que mi amado ha muerto, no quiero pensarle lejos de mí, mi amado, mi dulce néctar de los dioses; mi cuerpo se contrae en sollozos, mi boca emite lamentos de tristeza y desesperación, no quiero pensarle lejos, ¡no quiero! ..pero ¿Qué hago caminando hacia la nada?, ¿Y si me pierdo en la distancia? No, siempre me encontraré conmigo y con mi desgracia.

      Debo correr, correr de mí, de mí, del recuerdo, del recuerdo de mi amado, ese de ojos bellos, ese de sonrisa tierna, ¿Cómo huir a tan dulce faz?, no quiero huir, quiero ir a él.

      Camino y la noche se acerca, camino y la noche se hace vieja, camino y la noche esta por morir, pensando en mi destino levanto la cabeza y miro la puerta cerrada con un débil candado, al fin y al cabo ¿Quién querría entrar a un cementerio a esa hora? ..¡yo!

      Me desprendo de mi abrigo, la noche es demasiado cálida para mi frío corazón, logro entrar de un brinco al campo santo, tanta tranquilidad hace que escuche mi respiración, no tengo miedo sólo quiero descansar como lo hace él...

      Con dificultad miro, las lágrimas me impiden ver con claridad, pero aún así busco su morada, necesito verlo una vez más, debo hallar ese lugar, camino a través de tablilletes de piedra, montones de tierra y cruces de tamaños, formas y colores, no tengo miedo sólo quiero descansar como lo hace él...

      Escucho ruidos, ¿Será que me han visto entrar?, espero que no sea así, ¿O serán los muertos que no me quieren aquí? ..deben entender que necesito verlo y rezo, elevo mis plegarias a los morantes de esas tumbas, permitanme habitar su mundo, quiero estar con él, deben entender, también debieron de haber dejado a alguien de este lado que les dolió abandonar.

      ¡La he visto! ..y claro su nombre puedo leer en esa lápida, recorro sus bordes con mis dedos, mis lágrimas vuelven de nuevo, mi corazón explota nuevamente y no puedo contener mis ganas de abrazarlo, sé que esta ahí abajo, sé que no puede verme, ni yo oírle otra vez, pero lo extraño tanto, mi amado de dulces ojos, de tierna sonrisa, mi amado de tierna voz, mi amado único, el único ser que supo completar mi vida, mis lágrimas caen sin detenerse y mi dolor se hace más fuerte, mi desesperación aumenta y me siento cada vez peor, ¡tengo que verle! ..¿Qué tan difícil puede ser retirar la tierra y abrir el féretro? ..claro que quiero ¿Por qué no querría?, si lo que deseo es tocarle y descansar como lo hace él.

      Me adelanto sobre un pedazo de recipiente roto que alguna vez fue un florero y comienzo a rascar, quito la tierra, retiro las piedras, lo quiero encontrar, el recipiente es muy pequeño, ya quiero terminar, quiero dar el siguiente paso y hallar lo que quiero hallar. Mi desesperación me alimenta, mis lamentos han cesado por un instante, las lágrimas logran que la tierra sea lodo en mi cara, mis uñas también lo contienen en su interior, mis zapatillas se sumen en la humedad de la tumba, mi abrigo ha quedado bajo el montón de tierra retirada.

      ¿Blanco?, si, recuerdo que era blanco, ¡lo encontré!..
      - aquí estas amado mío, he tardado un poco pero aquí estoy para ti, siempre para ti.
      Lo que quedó de mis tacones lo acabe abriendo los seguros del cajón, golpee, empujé y jalé, ..¡se abrió!, y una sonrisa volvió a mí.

      Aunque pálido y transparente, era la misma faz, esa que tanto amé, amo y amaré, era la misma boca que tanto disfrute besar, las manos, el cuello, hasta reconocía la ropa que tenía, era él y me aferré a su cuerpo inerte, su cuerpo frío, pero cálido alguna vez y abrazada de él, mire las estrellas, aquella noche parecían brillar más y esa luna casi podía hablar, la noche fue nuestra.

      Sentí la necesidad de hacerle saber que aún era suya, de que la muerte no era un limite para demostrarle mi amor, me acerqué a su boca y lo besé, toqué su cuerpo por un momento, como antes, me sentí amada envuelta en sus ropas y el olor a tierra humedad, me sentí feliz, realmente feliz de estar nuevamente con él, la muerte no me importa, la muerte no importó, quise demostrarle mi amor y se lo probé de todas las formas posibles, hasta el final fui de él, entonces y solo entonces pude descansar como lo hacia él.

Julio 2010
J. E. N. C.

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